Por el Dr. Carlos Rocha de Lossada
Todo médico conoce el duro camino que hay que recorrer para llegar a obtener el preciado título de Medicina y posteriormente la posible adquisición de una especialidad. Desde el colegio-bachillerato y selectividad pasando luego por los seis años de carrera y por último la preparación del MIR, se exige una capacidad de trabajo constante y continua que al final, generalmente, termina con el objetivo que se ha marcado cada persona eligiendo una especialidad y comenzando por fin su formación en ella.
La residencia es un periodo de formación, que en mi opinión poco o nada se parece al aprendizaje adquirido durante la carrera de Medicina. Es un periodo de tiempo en el que entras no sabiendo prácticamente nada, especialmente si hablamos de nuestra especialidad, la Oftalmología, donde y me atrevo a generalizar, en la mayoría de las Universidades, no se ‘’toca’’ mucho, y acabas saliendo ‘’sabiendo’’ pero… ¿todo?
Sabemos que la formación MIR en nuestro país es muy buena, al menos es lo que yo he sentido en mi mismo y he podido también observar con respecto a mis compañeros. De hecho, en nuestro país tenemos la suerte de terminar con un nivel quirúrgico bastante bueno y en muchas ocasiones, superior si nos comparamos con nuestros compañeros de otros países, al igual que con un muy buen nivel clínico, aunque con un perfil investigador, quizás no tan desarrollado en muchos centros, pero este es otro tema.
«La oftalmología nos lleva a una sub/super especialidad donde cada profesional tiende a formarse en un área concreta dentro de la misma».
Sin embargo y a pesar del buen nivel del recién terminado, considero que seguir formándose tras la residencia, es algo muy importante y básico, tanto para nuestros pacientes como para nosotros mismos. La realidad es que la Medicina en general y la Oftalmología, que es la que nos compete a nosotros, en particular, nos lleva a una sub/super especialidad donde cada profesional tiende a formarse en un área concreta dentro de la misma y donde se enfrenta a patologías en ocasiones complejas y muy específicas que requieren un alto nivel de conocimiento y de práctica.
En mi opinión y como en determinadas ocasiones he podido mencionar, creo que es importante tener la oportunidad de poder realizar una subespecialidad, ya que ésta te ayuda a mejorar en el campo que uno elige. El problema es que no siempre es posible, aunque uno lo quiera.
Considero que tener la posibilidad de formarte ya sea vía ‘’fellowship’’ o sin un sistema tan ‘’reglado’’ pero con la ayuda de profesionales ya dedicados a una subespecialidad, y no de manera autodidacta, es algo muy importante y que mejora exponencialmente la capacidad profesional de uno mismo y repitiendo, repercute positivamente en nuestros pacientes.
Pero de nuevo, esto no acaba aquí ya que solo comienza el viaje; la ciencia avanza contínuamente y de manera muy veloz por lo que esta formación no debería pararse nunca y mucho menos después de la residencia y/o fellowship.
A día de hoy, disponemos de multitud de herramientas para continuar con nuestra obligada enseñanza, ya sea mediante el estudio de la literatura científica tan abundante disponible, el aprendizaje mediante vídeos quirúrgicos, y/o la participación en congresos foros, blogs… así que aprovechémoslas.
Me gustaría destacar, que en esta formación continuada que tiene el profesional sanitario, la industria debe, y en muchas ocasiones hay que reconocer que hace, ayudar a los profesionales a seguir avanzando en el aprendizaje y en el desarrollo. Considero, debería ir de la mano del médico, fomentando la enseñanza y ayudando a su formación tanto clínica como quirúrgica y sobre todo que el objetivo final, sea el bienestar de nuestros pacientes que son a los que nos debemos.
Para terminar, agradecer a Ophtec University, el esfuerzo que está y que realizará en este proceso tan necesario es.

Dr. Carlos Rocha
Oftalmólogo en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves (Granada) y en el departamento de Córnea de QVISION (Almería)